Nos movemos en una sociedad más interconectada que nunca. Casi el 90% de los adolescentes de hoy en día cuentan con uno o varios perfiles en redes sociales. En ellas muestran más sus vidas privadas que en cualquier otra época de nuestra sociedad.
Sin embargo, este uso indiscriminado de las nuevas tecnologías tiene un lado oscuro. El abuso de estas herramientas puede provocar depresión, ansiedad o incluso disminuir la calidad del sueño o la alimentación. ¿Qué podemos hacer como padres al respecto?
La importancia de conocer las redes sociales
Numerosos psicoterapeutas como Any Morin, recomiendan hacer una “pequeña investigación” de las redes sociales antes de permitir que nuestros hijos accedan a ellas. Hoy en día existe una gran variedad de ellas, con funcionalidades distintas e interfaces diferentes. Conocerlas de primera mano y descubrir qué tipo de personas las utilizan, con qué finalidad y qué posibilidades ofrecen te ayudará a decidir si son adecuadas.
Y es que, precisamente porque tienen funciones diferentes y trabajan de forma diferente, cada red social comporta diferentes riesgos. Es importante que los conozcamos, así como las herramientas para prevenirlos, antes de dar luz verde a cualquier menor. Si en un primer momento las redes sociales nos suponen una amenaza en muchos sentidos para la seguridad y el bienestar de los más pequeños, deberemos conocer en qué terreno nos movemos y evaluar si efectivamente nos ofrecen unas ciertas garantías.
Es importante tener claras las reglas y previsiones legales respecto a la protección de datos y derecho a la intimidad. Así mismo comprobaremos las posibles opciones para filtrar contenidos y accesos.
¿Aún no? Establece un límite
Muchos padres se deciden a prohibir el uso de las redes sociales a sus hijos. Esta no es una elección ni buena ni mala, porque en realidad las redes sociales pueden ser constructivas o destructivas. Todo depende de factores como la edad a la que se utilicen o el uso que se les de. Sin embargo, los psicólogos están de acuerdo en que se debe establecer una edad mínima de uso.
Es importante que meditemos esto antes de hablarlo con nuestros hijos. Si en un primer momento les decimos que no pueden utilizar las redes sociales, es muy probable que ellos recurran a crear cuentas en secreto, lo cual puede ser más peligroso. Lo más recomendable para evitar este tipo de problemas es decirles a nuestros hijos que no pueden utilizarlas porque aún no ha llegado el momento, pero que a una determinada edad estarán en su derecho de crearse los perfiles que consideren.
Antes de tomar una decisión deberás saber, que por ley, un joven debe tener como mínimo 13 años de edad para poder crearse una cuenta. Además, la Ley de Protección de Datos impide la recopilación de información de niños menores de 13 años sin el consentimiento paterno.
La información es poder
Los niños son terriblemente inocentes y en su naturaleza está el confiar ciegamente en cualquier persona. Ellos no son capaces de adivinar lo que verdaderamente supone abrir un perfil social en Internet. Cuando creamos una cuenta en cualquiera red social, estamos abriendo una ventana al mundo y otros muchos ojos externos están mirando nuestra vida. Desde una perspectiva adulta podemos gestionar mucho mejor estas circunstancias ya que podemos conocer hasta dónde es razonable compartir determinadas informaciones. Sin embargo, ellos no son capaces de marcar límites debido a su inexperiencia. Así mismo, tampoco pueden saber cuáles son las consecuencias de la visibilidad pública.
La infancia es un período en el que se está gestando la identidad, la imagen de uno mismo y la autoestima. Por lo tanto, el hecho de exponer sus vidas de una forma tan temprana y tan abierta, será sin duda una forma de condicionarles. A través de todas las imágenes, comentarios o interacciones, su autoimagen se irá formando recibiendo en ocasiones estímulos negativos. Más de una vez hemos visto noticias de personas que han recibido burlas, acoso y juicios de valor destructivos a través de las redes sociales, precisamente por la permisibilidad y la impunidad que suele existir en la red. Se puede decir cualquier cosa y a cualquier persona.
Si nuestro hijo no conoce los riesgos y se sobreexpone ante desconocidos, puede se vea afectado a medio o largo plazo. Por eso es muy importante que seamos nosotros quienes acerquemos a nuestros hijos a esta realidad. De este modo, será más probable que un niño piense mucho más antes de subir cualquier imagen o compartir su ubicación en la red.
¿Qué medidas podemos tomar?
Lo primero es asegurarnos de que podemos supervisar la actividad de nuestro hijo en la red. Para ello es muy recomendable que exista un único ordenador familiar en un lugar común de la casa. Si nuestro hijo tiene su propio ordenador en su habitación, será muy probable que esté más expuesto a estímulos negativos.
Por otra parte es muy importante que mantengas una buena comunicación con él. Con la suficiente confianza como para que te consulte cualquier duda o te confiese cualquier problema. Dentro de esta buena comunicación debemos establecer cierta disciplina y una serie de normas que deberán cumplirse regularmente. Entre ellas, el máximo de tiempo que se podrá utilizar el ordenador por día o semana o el horario en que podrá utilizarse. Deberemos tener cuidado a la hora de establecer estas reglas. Si se convierten en normas demasiado rígidas, estaremos empujándolo a que haga cosas a escondidas de nosotros.
En caso de que finalmente hayamos decidido que nuestro hijo tenga acceso a alguna red social, deberemos asegurarnos de que dispone de una configuración adecuada de su perfil en la red. La mayoría de redes sociales cuentan con herramientas para delimitar el nivel de privacidad y acceso en los perfiles sociales. Es importante que se tenga un seguimiento en este sentido, pues estas páginas o aplicaciones son dinámicas. Esto significa que se actualizan periódicamente lo cual puede modificar los filtros y configuraciones de privacidad.