¿Alguna vez te has preguntado por qué a algunas personas les va mejor en la vida que a otras? ¿Qué hay detrás del éxito personal y profesional?
La respuesta a estas cuestiones se encuentra en las competencias emocionales que es capaz de desarrollar cada persona, y estas se pueden trabajar desde la infancia.
Aunque los científicos llevan años estudiando la Inteligencia Emocional, el concepto es relativamente nuevo y se comenzó a popularizar entre la población hacia el año 1995 gracias a los exitosos libros de Daniel Goleman.
Las emociones están presentes en nuestra vida, seamos más o menos conscientes de ello, y nos influyen en la mayoría de nuestras decisiones, haciendo que tengamos un mayor o menor éxito en nuestro camino.
Son capaces de entorpecer o favorecer nuestra capacidad para pensar y planificar para llevar a cabo una acción, así como de ayudarnos a resolver problemas y conflictos.
Actualmente vivimos en la cultura de la velocidad, parece que todos exigimos inmediatez y muchas veces no somos capaces de parar y vivir el presente. Muchas veces contagiamos a los niños nuestro propio estrés emocional, les organizamos apretadas agendas de actividades extraescolares, y nos olvidamos de la importancia del juego libre, así como de la conexión real en la familia, (deberíamos hacer el ejercicio de apagar los dispositivos electrónicos cuando pasemos tiempo con nuestros niños y dejar a un lado esa hiper-conexión que nos exigen los tiempos modernos).
Algunas ideas
Si queremos salir de este bucle o evitar entrar en él hay mucho que podemos hacer como padres:
- Organizar la logística familiar para que el niño no pase todo el día fuera de casa, reduciendo extraescolares al mínimo y fomentando pasar tiempo juntos.
- Limitar la exposición a pantallas y dispositivos electrónicos, (y evitarlas completamente para menores de dos años).
- Practicar técnicas de relajación en familia, tales como yoga o mindfulness, (hoy en día también hay juegos de yoga para niños con tarjetas que nos muestran las posturas y las asocian a animales, ¡son realmente divertidas!).
- Enseñarles a reconocer y poner nombre a las emociones, validarlas y hablar de para qué sirven, (hay cuentos maravillosos que se pueden leer desde edades tempranas).
- Aprender sobre el cerebro del niño, ya que cuando entendemos su funcionamiento entendemos que no son capaces de chantajearnos como a veces pensamos, y logramos acompañar esas explosiones emocionales desde la comprensión y el respeto.
Despedimos el artículo con una maravillosa cita de Amalia Belenguer:
“La Inteligencia Emocional es útil en tiempos de bonanza, e imprescindible en tiempos difíciles”
Miriam Escacena
http://www.comunicacionconbebes.com
Miriam es fundadora de la asociación de crianza “Entre Nubes”, Educadora de Masaje Infantil por la organización internacional IAIM, instructora de lengua de signos para bebés, instructora de porteo, formadora de La Pedagogía Blanca, Guía Montessori de Comunidad Infantil y autora del libro “Comunicación con Bebés: el Arte de ComunicArte sin Palabras”.
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