Tener un hijo es una de las experiencias más maravillosas que como seres humanos podemos vivir. Nos preparamos para ese momento leyendo libros o pensando en cómo haremos las cosas, pedimos consejo a amigos cercanos… Pero por encima de todo, y en el fondo de nuestro ser, nos asusta la idea. Nos embargan preguntas cómo ¿Lo haré bien? ¿Seré capaz de darle todo lo que necesite?
En mi caso luché contra esas preguntas, preguntas que nos crear inseguridades a la hora de pensar en ser padres. Es extraña la mezcla de miedo e ilusión que suscita tener un hijo.
En muchas ocasiones dedicamos tiempo a pensar cómo lo hicieron nuestro padres, casi siempre salen mal parados, parece que antes de nosotros nadie tuvo hijos. Acordamos hacerlo de otra manera, de forma más “moderna” y empezamos con el “Yo nunca…”, una manera de querer separarnos de sus métodos educativos.
Todo esto me cansa, no creo que la educación de los hijos se haya convertido en una competición para ver quién lo hace mejor. Esto va mucho más allá. En mi caso, estoy aplicando algunos principios de sentido común, los comparto con vosotros por si os son de utilidad:
Me gusta pensar en mi infancia
Analizarla me da mucha información de como debo hacer las cosas. Nadie nace sabiendo ser padre, pero todos hemos sido hijos, y eso puede ser de gran ayuda.
Comparto todo el tiempo que puedo con ellos
Sobre todo de 0 a 6 años. Muchas veces pensamos que no se dan cuenta de las cosas, pero es nuestra presencia la que les aporta seguridad y tranquilidad. Si quieres saber más sobre los beneficios que le reportan pasar tiempo en familia, te aconsejo leer este post.
Sigo siendo un niño, y más con ellos
Como dijo el poeta Pablo Neruda:
El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta. El tiempo mejor invertido en ellos es el que pasamos jugando, nunca lo olvidan (olvidamos).
Nunca le dediques el tiempo que te sobra
Ese que queda después de hacer todo lo que te apetece. Si ello ven que los antepones a tus aficiones valorarán más ese tiempo. Algunas veces creemos que no son conscientes de lo que sucede a su alrededor, pero lo son, y más de lo que parece.
Abrázalo, bésalo, dale la mano, apriétalo contra ti…
Llegará el día en el que no le apetezca hacerlo, o que le dé vergüenza. Lo ideal es que cuando llegue ese día puedas mirar atrás y te sientas contento de haber aprovechado cada momento.
Un beso antes de irse a dormir
Un beso antes de ir al colegio, un beso antes de salir a la calle… Es una pequeña acción que se graba en nuestro interior. Recuerdo, incluso de adolescente, que cuando me quedaba en casa de algún amigo, llamaba antes de acostarme para darle un beso a mi madre o mi padre.
Sus preocupaciones son mis preocupaciones
Debo tratarlas con la importancia que merece. Recuerda que lo que para nosotros son cosas de niños sin importancia, para ello son grandes preocupaciones. Dedica el tiempo y el esfuerzo necesario para que se sientan comprendidos.
Tengo más, muchas más, pero estás son las primeras que han venido a mi mente, pero debo avisaros de algo a los que estáis esperando un hijo, puede que al verlo, que al abrazarlo, todo cambie, que nada de lo que hayáis hecho os sirva. Tener un hijo es una experiencia que no tiene comparación con nada en este mundo.
Me encantaría leer vuestra experiencia como padres, seguro que entre todos nos ayudamos.
Padre de hoy
Un comentario
Los comentarios están cerrados.