Queremos que los niños aprendan inglés desde muy pequeños y hacemos lo posible para apuntarles a actividades extraescolares solo en inglés, escuela de idiomas, profesores particulares… Se trata de una situación nueva para los más pequeños en la que se ven expuestos a un idioma que no conocen, lo que dificulta la comunicación y entendimiento con el profesor y de las actividades docentes que se reciben.
El aprendizaje de un nuevo idioma es un proceso lento, largo, y que requiere mucha práctica y dedicación. No es algo sencillo que se aprenda de un día para otro y en el que nos volvamos expertos de la noche a la mañana. Por eso, al encontrarnos con situaciones en las que los niños tienen dificultades u obstáculos para mejorar el nuevo idioma, a veces hacemos suposiciones tan simples como “se le da mal”, “no estudia lo suficiente”, “no avanza nada”, etc., en vez de pararnos a observar cómo está siendo el proceso de aprendizaje y la situación personal de cada uno. Debemos detectar estas barreras y aprender a gestionarlas para que el aprendizaje sea mucho más eficaz, gratificante y sencillo.
Obstáculos y dificultades para aprender inglés
Poca dedicación en la enseñanza
No importa cuántas horas dediquen los niños al aprendizaje de este idioma en clases y con profesores, si el tiempo que reciben no es de calidad. No es productivo tener clases de dos horas seguidas en las que sólo se da importancia al temario que hay que dar, y se pasen por alto cosas tan importantes como las emociones de los niños, sus necesidades, como están entendiendo las lecciones… Hay que pararse a observar cual es la experiencia de aprendizaje de cada uno y así poder ajustarnos lo máximo posible a sus necesidades y motivaciones, por eso son recomendables las clases de grupos reducidos.
Clases monótonas y poco interactivas
Si al punto anterior le añadimos esto otro, ya es una doble barrera con la que se van a encontrar los pequeños. Si las clases y lecciones que atienden se basan sólo en escuchar durante largo rato (sin comprender) y luego tener que realizar ejercicios, los niños van a sentir frustración por no saber qué hacer y tener la sensación de no aprender y avanzar. En estas clases y, sobre todo, con niños, la enseñanza tiene que ser interactiva, debe haber participación de todos, una comunicación fluida, compartir opiniones… De esta forma no sólo van a practicar el idioma por tener que interactuar, sino que van a mejorar la comunicación con los demás y aprender de una forma entretenida.
Miedo a que se burlen de ti
Sin duda, es una de las barreras más frecuentes con las que se encuentran los niños a la hora de poner en práctica el nuevo idioma. La vergüenza es un sentimiento común, producido por el miedo a hacer el ridículo ante alguien o a que se burlen de ti, por ejemplo, por no saber la técnica como la gramática, sintaxis o vocabulario, y quedarnos en blanco. Debemos pensar que todos los niños se encuentran en una situación parecida: todos están aprendiendo y nadie es un erudito. Una de las claves es que los profesores fijen “pequeños logros” en los niños, los cuales les darán grandes resultados. Un día,por ejemplo,se puede dedicar a aprender unos cuantos verbos y sus formas y tiempos verbales, y algo de vocabulario, y en los días siguientes seguir repasándolos y ponerlos en práctica entre todos con diferentes actividades.
Otro miedo es a hablar en público por no saber la pronunciación. Una práctica fundamental será expresar en voz alta (tanto solos como con el profe) todo tipo de cosas: leer un capítulo, cantar, contar un chiste… Esto nos dará una idea de cómo debemos pronunciar o hacer sonar ciertas palabras.
Falta de constancia
Los niños deben entender que no se aprende de un día para otro y que sin práctica no se avanza. La clave no está en estudiar más, sino en ser más constante. Tener de alguna forma una rutina de estudio y práctica en la que poder llevar al día lo aprendido y mantener la mente fresca del aprendizaje que se va adquiriendo. Marcarse unos horarios, objetivos y planes son una clave para incorporar al día a día la práctica de un nuevo idioma, y la mejora constante.
Falta de motivación
Si las clases no les gustan o parecen difíciles de seguir, los niños van a perder el interés rápidamente y a volver a esos tópicos que hablábamos antes de “se me da mal, esto no es para mí…”.Debemos buscar formas de motivación constante, ser capaces de mantener su atención y concentración, y que les genere interés a la par que aprenden y lo pasan bien. Reconocer y felicitar los logros es muy importante, demostrarles que están avanzando. Otra clave es no compararse con los demás, en todo caso con uno mismo (que sabía antes y qué se ahora, qué errores no cometo ya, cómo he mejorado), y todo esto les irá generando confianza, que se traducirá en una mayor motivación para seguir con el idioma
“No hay gente de habla inglesa para practicar”
Es cierto que al no vivir en un país cuya lengua oficial es el inglés, es más difícil practicar en el día a día el idioma. Pero podemos intentar que estén expuestos lo máximo posible durante el día al acento nativo, por ejemplo con la televisión, vídeos, plataformas online de inglés, etc. También es buena idea que los padres hablen a sus hijos en inglés, aunque no sea un acento nativo, deben perder la vergüenza pues al final todo ayuda y lo importante es que la comprensión mejore. El acento se puede complementar con medios nativos como juegos en inglés, películas, etc.
Marieta Viedma es una apasionada del aprendizaje de idiomas y de la educación en las primeras etapas del desarrollo infantil. Es cofundadora de Lingokids, la mayor plataforma móvil de aprendizaje de idiomas para niños de entre 2 y 6 años.
3 comentarios
Los comentarios están cerrados.