Tenemos la idea de que España es uno de los países europeos donde se habla peor el inglés, según han demostrado numerosos rankings sobre el nivel del idioma de Shakespeare en países no angloparlantes. Sí bien es verdad que a partir de 2010 hemos mejorado, en los últimos años nos hemos estancado en un nivel medio, a pesar de los programas de bilingüismo introducidos en los colegios junto con otras mejoras. Actualmente estamos en el puesto 21/27 en Europa, según el último informe realizado por EF.
El informe muestra el nivel de inglés por comunidades autónomas, siendo la zona Norte donde tienen un mejor nivel. País Vasco, Navarra, Asturias y Galicia cuentan con la puntuación más alta y les sigue Castilla-La Mancha y Madrid. En los últimos puestos encontramos la zona del Sur, con Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y por último Extremadura.
Tenemos los recursos pero… ¿qué estamos haciendo mal?
Existen varias iniciativas en España para fomentar el bilingüismo, por ejemplo, a través de la enseñanza de inglés en edades tempranas. En más de 350 escuelas públicas y 180 escuelas privadas de Madrid, la enseñanza es bilingüe, con asignaturas en inglés y en español. En otras regiones de España han adoptado modelos bilingües similares a la capital. Además, el profesorado de estas escuelas debe tener como mínimo un nivel C1 de inglés.
A pesar de estos esfuerzos, ¿por qué no existe un progreso real y continuo? Lo natural, explican los expertos, sería que los conocimientos de inglés de los estudiantes mejorasen de forma continuada, teniendo en cuenta que reciben una cantidad de formación similar cada año y siguen un plan de estudios estructurado en torno al progreso continuo. Pero esta progresión es irregular.
Las principales razones por las que los niños y estudiantes tienen un nivel bajo y no mejoren de un año a otro son la falta de motivación, la escasez de programas educativos ajustados a las necesidades y contextos de cada momento, y no aprovechar las capacidades naturales que tienen los niños en edades tempranas para asimilar un nuevo idioma.
Aprovechemos la tecnología como complemento a la enseñanza tradicional
A la hora de aprender un idioma, invertir tiempo y esfuerzo es fundamental, pero sin motivación no se consigue una inmersión completa. El contenido y los temas a tratar pueden ser elegidos por los profesores, pero la gramática, la lectura y escritura, la audición y la conversación requieren de nociones teóricas y, sobre todo, requiere práctica. A nadie le gusta estudiar un contenido denso y largo si luego ni siquiera sabe usarlo.
Se están desaprovechando oportunidades en el aula, como por ejemplo el uso de la tecnología. Los dispositivos digitales son ya una realidad en los estudiantes, pero nos encontramos sobre todo con que, en el Sur de España, siguen utilizando métodos estrictamente tradicionales en las aulas y no se arriesgan a introducir novedades, dando por hecho que sólo van a llevar al fracaso de los estudiantes “por la distracción que les puede generar”.
Sin embargo, está comprobado que un buen uso de la tecnología puede llevar a conseguir buenos resultados. Combinar el uso de lecciones tradicionales con recursos digitales a través de un método inmersivo puede dinamizar el aprendizaje en el aula y convertir la experiencia del aprendizaje en todo un juego, gracias a la variedad de actividades que ofrecen.
Un ejemplo lo tenemos en las plataformas digitales de idiomas que incluyen vídeos, conversaciones de personas nativas, canciones, mini-tests, etc. Sacar a los estudiantes de la rutina de la clase tradicional es algo que les hace gracia y sencillamente despierta su interés.
Marieta Viedma es una apasionada del aprendizaje de idiomas y de la educación en las primeras etapas del desarrollo infantil. Es cofundadora de Lingokids, la mayor plataforma móvil de aprendizaje de idiomas para niños de entre 2 y 6 años.