Hoy, 15 de febrero, se celebra el Día Mundial contra el Cáncer Infantil, una enfermedad que afecta a los más pequeños de la casa y cuya incidencia resulta todavía más demoledora para afectados y familiares.
Por desgracia y según los datos del comparador de seguros de salud Acierto.com, el cáncer infantil -en menores de 14 años- se ha incrementado más de un 15% durante las últimas décadas. El más común es la leucemia, seguido de los tumores embrionarios, los que se presentan en el sistema nervioso central, y los linfomas (por este orden).
Un punto en el que la detección precoz, la prevención, un abordaje multidisciplinar y el seguimiento posterior son clave. Sí, porque hasta 6 de cada 10 niños tienen problemas años después de recibir tratamiento.
Comer bien antes, durante y después
Así, comer bien podría ayudar a prevenir en hasta un 40% el riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer. Algo que cobra todavía más importancia entre nuestros peques.
Sí, porque inculcarle unos sanos hábitos alimentarios desde su infancia les convertirá también en unos adultos más sanos y, consecuentemente, con menos riesgo de padecer la enfermedad que nos ocupa. Algunos compuestos nutricionales poseen efectos protectores. Estamos hablando de los alimentos anticancerígenos.
Es el caso del aceite de oliva, rico en hidoxitirosol, un componente con propiedades quimiopreventivas. En cualquier caso, los alimentos de origen vegetal contienen antioxidantes, fitoquímicos, vitaminas y minerales fundamentales que reducen el riesgo de sufrir cáncer. Respecto a estos primeros, la vitamina E resulta básica, y también puede encontrarse en los pescados grasos y los huevos.
La idea, asimismo, radica en escoger alimentos naturales, libres de tóxicos ambientales y preferentemente antiinflamatorios. La manera de cocinar los alimentos, asimismo, influye; un punto en el que las recetas tradicionales de la dieta mediterránea pueden convertirse en nuestras grandes aliadas -paella, gazpacho, etcétera-.
Por fortuna, con la alimentación a menores solemos estar más concienciados al respecto. Tal es así, que hasta 7 de cada 10 padres aseguran que cuanto más tiempo tienen más tiempo dedican también a las comidas de sus hijos. Para el 90%, además, los mejores alimentos son los que carecen de aditivos, son bajos en grasas y sabrosos.
Por supuesto, también es muy importante cuidar de su alimentación durante el tratamiento, básicamente porque se trata de algo tremendamente invasivo. Comer bien les permitirá sentirse más fuertes y con más energía, favorecerá su sistema inmune e incluso mejorará su estado de ánimo. Por otra parte es vital que mantengan un peso saludable y mantenerse lo más activos posibles. Aquí el juego puede ser clave (además les ayudará a segregar endorfinas y a sentirse mejor).
Águeda A. Llorca
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