Los padres buscan con ansia que sus hijos sean felices y que estén preparados para el futuro. Esto hace que muchos progenitores experimenten miedo e inseguridad por lo que les rodea y encuentren respuestas en la comparaciones con otros. Así, sin querer, se educa a los niños con una baja tolerancia a la frustración y con poca capacidad para soportar la envidia hacia los demás.
La comparación entre niños es injusta ya que se hacen sin tener en cuenta que cada niño es un mundo y su ritmo es diferente al de los demás. Lleva implícita una presión hacia el niño para que sea el mejor que le afecta de manera negativa.
Esta educación competitiva, basada en el resultado y no en el aprendizaje, trae consigo el daño de la autoestima del pequeño y la rivalidad con otros niños con lo que se fomenta el acoso escolar.
Cuando competir se convierte en acoso escolar
Cuando los padres educan a sus hijos para competir lo que realmente hacen es educar para ganar. Al ocurrir esto muchas veces son las metas de los padres las que se reflejan en los logros a alcanzar por los hijos. Algo que a la larga genera insatisfacción, ya que muchos niños no están preparados para cumplir con lo que les piden.
Debido a esto el niño que se siente inferior a los demás, frustrado y enfadado. Reacciona con rabietas, emociones de ira y violencia. Lo hace buscando una víctima en la que descargar todas estas emociones y poder verse por encima de esa persona para superar la inferioridad que siente.
Aparece una rivalidad con otros niños para ser el mejor y con ello el acoso escolar.
Entonces, ¿por qué se educa para competir?
En la sociedad actual se concede mucha relevancia las calificaciones y los resultados. Esto hace que muchos padres se vuelquen en la educación de sus hijos y lo hacen fijándose más en el fin demandado por la colectividad y el entorno que los rodea que en los procesos.
Además, los padres muchas veces están desorientados y no saben cuál es su papel en el aprendizaje de sus hijos.
Comportamientos como la sobreprotección, la falta de límites, la negatividad y las comparaciones son errores que están relacionados con el bullying. La suma de todos estos hace que el niño sienta frustración y en la comparación con sus iguales encuentre a su chivo expiatorio, en este caso algún niño al que él considere inferior.
Qué se puede hacer para evitar el bullying
Lo primero que ha de hacerse es entender que los críos maduran cada uno a su manera y es un error comparar a los niños los unos con los otros. Si quieres saber más sobre los perjucios de las comparaciones, puedes leer este post escrito por nuestro psicólogo especialista.
Lo siguiente es que los padres entiendan la educación como una búsqueda de procesos de aprendizaje que le den al niño unas herramientas para desenvolverse en el futuro y no se focalicen en un mero resultado, el cual se alcanza sea como sea, pasando por encima a sus iguales.
Los padres deben evitar errores como sobreproteger o comparar a sus hijos. El imponer unos límites y normas claros enseñarán a los niños a ser más tolerantes y manejar mejor el sentimiento de frustración que activa el bullying.
Autor: Borja Quicios
Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en Educación y Deporte y Máster en Psicomotricidad Vivenciada y Coach educativo.
Autor y fundador del blog DeHijosyPadres.
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