Si tuviera que escoger una experiencia que deberían de tener todas las niñas y los niños del mundo sería la de saltar charcos.
Cada charco, creado por la lluvia, nos regala infinidad de oportunidades de que los más pequeños aprendan.
Pero debemos de entender que las niñas y los niños tienen que experimentar con ellos, pero por propia iniciativa, sin que el adulto fuerce. Por lo que el adulto no debe de obligar, ni estar interviniendo insistentemente para dirigir su juego.
Es posible que alguna niña o algún niño no le guste mojarse o mancharse, y es algo que debemos de respetar.
Entonces… ¿Qué hace el adulto?
Su papel sería el de observar en silencio y disfrutar del espectáculo que se le presenta ante sus ojos. Si la niña o el niño se lo piden, implicarse en el juego. Por supuesto, sin ningún tipo de duda, intervendrá en caso de peligro inminente o agresión a un material o a otro niño.
Los charcos brindan un montón de oportunidades de aprendizaje:
“Si la vida te da lluvia, salta en los charcos”
~Pablo Ruiz Boj ~
• Invitan al movimiento: saltar dentro; saltar esquivando el charco, pasear por los charcos y sentir el chapoteo; correr alrededor del charco; meter una mano, sacarla y sacudirla; atravesarlo a velocidad rápida o lenta;…
• También nos permite jugar con la sonoridad de los charcos: al saltar dentro ¿suena?; si se mueve los dedos dentro del charco ¿suena?; si tiramos una piedra ¿suena?; ¿cómo es el sonido al pisar un charco?;…
• Nos ofrecen una riqueza de estímulos sensoriales exquisita: ¿a qué huele un charco?, ¿qué podemos ver alrededor o dentro del charco?, identificamos y vivenciamos seco y mojado,…
• Nos permite conocernos: ¿nos gusta mojarnos o no?; ¿qué siento cuando me mojo (me enfada, me incomoda, me agrada,…)?;…
• Nos permite trabajar el recuerdo: algunos niños cuando llegan a su casa cuentan lo que han hecho o podemos sacar fotos o grabar vídeos para que dentro de un tiempo recordemos eses momentos.
• Crean obras de arte en los charcos con hojas, ramas, piedras, flores,…
El lienzo es el charco, las niñas y los niños lo decorarán con objetos que se encuentran en la naturaleza (ramas, hojas, flores, piedras,…), por lo que al mismo tiempo que estamos experimentando con la flotabilidad de los diferentes elementos, desarrollamos la creatividad, trabajamos el gusto por el arte, entre otros muchos aspectos.
• Otra opción es emplear el agua del charco como pintura. Para ello dispondremos de un cartón y pinceles, brochas o rodillos,… Les dejaremos que pinten libremente sobre el cartón, empleando como pintura el agua del charco.
• Un charco se puede convertir en un laboratorio de investigación: experimentar con la flotabilidad de diferentes elementos que nos ofrecen la naturaleza (piedras, ramas, hojas,…); experimentar diferentes mezclas echando tierra, arena,…; experimentar profundidades (si me meto en el medio del charco ¿hasta dónde me llega el agua?);…
• Hay infinidad de posibilidades más, solo hay que darles pie a la actividad espontánea.
Y a vosotros… ¿qué más ideas se os ocurren para experimentar con los charcos?
Isabel Serén
Renacuajos Infantil