No podemos obligar a los niños.
Nos encanta dar besos a nuestro hijo, abrazarlo y apretarlo contra nosotros. Pero no siempre tiene ganas, no siempre le apetece y algunas veces insistimos hasta que se enfada.
Hace poco nos pasó con Tomás, habíamos tenido visita en casa y después de una agradable cena los invitados se marchaban repartiendo respectivos besos. Tomas, con desgana, accedía a los besos hasta que llegó la abuela que lo intentó besar y Tomás se negó, estaba cansado, nosotros lo obligamos pero no hubo manera, corrió a su cuarto y cerró la puerta.
Al principio sentimos vergüenza, la abuela no le dio mayor importancia
Una vez se hubieron marchado todos, mi mujer se dirigió a la habitación de Tomás para hablar con él.
Tomás le decía que no tenía ganas, no le apetecía besar a la abuela, que ya no quería dar más besos.
Tomás le dijo:
-Mamá tú no siempre estás dando besos ¿Verdad?
Fue de esos momentos en los que uno piensa que el verdadero motivo por el que insistimos es agradar a los demás.
Tomás es pequeño, casi 4 años, pero en algunos aspecto sabe lo que quiere, no le agrada sentirse presionado, sobre todo en lo que se refiere a sus sentimientos.
Después de este tiempo con Tomás estamos aprendiendo muchas cosas, la más importante es que un buen hijo no es aquel que se comporta como un adulto.
En ocasiones esperamos algo de ellos que no tiene porque ocurrir, esperamos un comportamiento concreto que no llega y nos enfadamos.
Cada niño tiene su tiempo, su periodo de adaptación, de asimilación y sobre todo, no son adultos. No podemos pretender que permanezcan sentados sin moverse dos horas. También es cierto que han de saber que no todo es posible siempre, que hay momentos para cada cosa y algunos de esos momentos no serán tan divertidos como esperan.
Desde el primer artículo venimos diciendo que esto de criar a los hijos es una agotadora aventura, llena de alegrías, ojeras y mucha paciencia pero que merece la pena.
Hay una cosa que nos ha sorprendido gratamente y es que el niño que late dentro de nosotros ha empezado a salir con ganas de contar y escuchar cuentos, de ver dibujos animados, de tirarse al suelo y hacer de arquitectos en la creación de ciudades de cartón y papel. Os animamos a buscarlo, a sacarlo y a dejarlo que disfrute con nuestros hijos.
Como siempre esperamos vuestros comentarios, vuestras experiencias, seguro que entre todos conseguimos el fin de toda esta historia;
“los hombres y mujeres del mañana”
Un abrazo
Editorial Babyradio