Aunque no se suele tener en cuenta, estamos expuestos cada día a grandes niveles de ruido que puede llegar a molestarnos e incluso causarnos problemas de salud. Entre los problemas más comunes los hay de índole tanto físicos, como los dolores de cabeza, como psíquicos: nerviosismo, falta de concentración e insomnio.
Cuando esto ocurre, el ruido se considera un contaminante ambiental y se conoce como contaminación acústica. Así pues, podemos definir la contaminación acústica como el exceso de ruido que altera las condiciones ambientales normales y degrada la calidad de vida de las personas.
El principal causante de la contaminación acústica es la actividad humana y aunque son los niños uno de los sectores más vulnerables, también pueden ser un foco de ruido importante. Enseñarles a minimizar el ruido ambiental y que valoren el silencio es ayudarles a mejorar su propia salud, ahora y en el futuro.
¿Qué enseñar a los nin@s?
- En casa, debemos enseñarles a utilizar el mobiliario de una manera correcta, evitando ruidos provocados por arrastres de muebles, portazos u otros similares. Así como deben aprender a modular el volumen de televisores y música, con el objeto de respetar el descanso de la vecindad y el de su propia familia.
- En sociedad. Tanto en la calle como en el colegio, cuando el menor se encuentre compartiendo un espacio con otras personas, deben aprender a moderar su volumen de voz. Deben comprender que los gritos son un mal hábito.
¿Cómo enseñar a los niñ@s?
La Sociedad Española de Acústica ha desarrollado una campaña de educación ambiental que, mediante unas dinámicas infantiles, buscan concienciar a los menores sobre las causas y efectos del ruido. Este trabajo consta de:
- Un cómic llamado “Silín y Ruidón” (Descargar en pdf aquí)
- Un vídeo juego educativo de “Silín y Ruidón”
Con un material dinámico y atractivo para los más pequeños, el menor aprende a no gritar, a no arrastrar los muebles, moderar el volumen del televisor, etc. Es un gran trabajo que nos resultará muy útil para trabajar con los niñ@s.
¿Cómo ayudarles a valorar el silencio?
Para reforzar esta labor pedagógica hay una dinámica muy sencilla que ayuda a que los menores valoren el silencio:
- En un espacio tranquilo, como el campo o la playa, pide a tu hij@ que cierre los ojos y levante un puño. Por cada sonido nuevo que identifique tendrá que levantar un dedo. Al finalizar comentar que sonidos a identificado y cual le ha parecido más agradable y desagradable.
- Aprovecha para explicarle que el exceso de ruido nos impide escuchar los sonidos más agradables. Y recuérdale dicho sonido en situaciones que provoque mucho ruido.
Miriam Navarro Díaz
Educadora Ambiental. Especializada en Formación y Sensibilización Socioambiental, proyectos de participación, dinamización e intervención social.