En esta ocasión hablaremos de cómo el niño a través de su expresión artística en el dibujo comunica su interior y recrea situaciones importantes para ellos, dejando de ser un mero espectador y transformándose en un actor y creador de su historia . Desde que el hombre es hombre, ha utilizado el dibujo como medio de expresión y de conexión con el medio que le rodea. Esta necesidad de crear y re-crearse es algo innato en el ser humano.
El dibujo se convierte en una oportunidad para alcanzar un conocimiento más profundo de uno mismo, incluso aunque nuestro consciente no sea capaz de ponerle palabras. El solo hecho de crear ya repercute positivamente en la autoestima, y ofrece nuevas vías de expresión y comunicación, más allá de las limitaciones que impone el lenguaje verbal. Y por supuesto, potencia la creatividad, dando nuevas soluciones a los mismos problemas.
El dibujo va pasando por las distintas etapas de desarrollo del niño.
Lowenfeld se interesa por las primera representaciones gráficas infantiles que se producen en torno a los dos años. Es la etapa del garabato, el niño hace trazos desordenados en el papel que poco a poco se van organizando y controlando. A los cuatro años, las figuras dibujadas comienzan a ser reconocibles.
En el estadio esquemático el niño hace sus primero intentos de representación, dura hasta los seis años aproximadamente. La característica esencial en ésta etapa es el dibujo del ser humano, el monigote, representación que por lo general se reduce a cabeza y pies. Hacia los 7 y 9 años se desarrolla un concepto definido de la forma, sus dibujos simbolizan partes de su entorno de forma descriptiva, aparece una interesante disposición espacial … la línea de base.
Hacia los 9 años se inicia una etapa de creciente realismo que llega hasta los 12. El niño tiene más conciencia de si mismo, se interesa más por los detalles y por su entorno social.
Después de los 12 años, los niños quieren representar el ambiente que los rodea de forma más realista, con profundidad y perspectiva. Se llama pseudonaturalista. Es la edad del razonamiento y está caracterizada por grandes conflictos .
Hacia los 14, 15 años es el verdadero despertar artístico de los adolescentes o el abandono de éste tipo de expresión. El niño conecta con su mundo interior y a la vez pone cierta distancia, que le permite reelaborar un suceso determinado y crear un hilo conductor a través de una historia que va evolucionando y en la que se permiten “acciones” (por ejemplo, violencia hacia alguien en particular) que en la vida real no llevaría a cabo.
De esta forma el niño calma su angustia, crea su historia y se reconstruye. Es sin duda en esta posibilidad de crear “escapándose de la mente racional” donde reside su gran fuerza terapéutica.
Así, el dibujo como expresión artística se ha empleado en niños con necesidades educativas especiales, víctimas de malos tratos, con trastornos de conducta o con déficit de atención e hiperactividad, por citar algunos ejemplos. También se utiliza en personas con enfermedades terminales o como terapia ocupacional en centros residenciales.
A través de los dibujos los niños no solo expresan sus conflictos sino también las modificaciones que en ellos se operaban en virtud de lo que sucede en su interior.
Hebert Read afirma que el impulso lúdico se convierte en impulso artístico cuando el individuo participa cada vez más en la conciencia social y advierte que su capacidad de dar forma ,de crear algo artístico puede llegar a ser valorada por los otros y proporcionarle el reconocimiento general.
Será gracias a Edith Kramer y Margaret Naumburg que se introdujo la terapia a través del arte en el acompañamiento a niños y adolescentes con dificultades, lo que propició mayor investigación sobre el tema y el reconocimiento de la expresión artística como práctica terapéutica
Existe una demostrada correlación positiva entre la evolución de un paciente en tratamiento y su expresión grafica en el curso del mismo.
Las asociaciones libres de los sujetos con respecto a sus dibujos , nos permiten descubrir el significado particular que cada uno de ellos le adjudica a ciertos significantes o símbolos. Los símbolos que se expresan a través de la producción onírica como así también aquellos extraídos de los mitos , las creencias y el folklore convergen , lo que nos muestran que la existencia de símbolos universales es inherente a la naturaleza humana.
La relación lúdica es muy importante en la expresión de los dibujos. Es muy importante que se realice de forma libre, sin guías de los adultos como forma de juego y disfrute para ellos . Si no se da de forma lúdica, se crean defensas en las creaciones que dejan huellas en las creaciones, se pierde la relación lúdica y dibujamos imprimiendo nuestras defensas. Al hacer un juicio de valor sobre un dibujo (crítica o elogio) estamos colocando por delante nuestra perspectiva adulta, y perdemos de vista que la forma de percibir del niño es totalmente distinta a la nuestra, de forma que le vamos haciendo ver las cosas desde nuestro enfoque y no el suyo propio. Puede enseñarnos sus dibujos por muchos motivos: hacernos ver de lo que es capaz, ver nuestra reacción ante su dibujo, compartir su alegría, etcétera. Es recomendable observar cuál es el objetivo profundo de ello para adecuar nuestra respuesta y no quedarnos en el típico “¡Qué bonito!” o “Aquí lo podías haber hecho mejor…”.
Ana Chico Lozano es Terapeuta Psicoproyectiva, especializada en desarrollar la adecuada utilización de los tres tipos de pensamientos humanos, la inteligencia racional, la emocional y la exploratoria. Forma parte del equipo profesional de Cuidado Emocional.