En este post vamos a tratar la importancia del sentido del humor en el desarrollo de la resiliencia en los niños.
Definamos en primer lugar qué es la resiliencia: es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento.
¿Podremos desarrollar el sentido del humor en los niños?
El sentido del humor es uno de los factores de resiliencia más contrastados. Desde las primeras investigaciones en las que se buscaban las características que hacían que determinadas personas superaran mejor las adversidades se observó que el humor era un factor que estaba presente en la mayoría de ellas. También el humor es un elemento clave en la resiliencia comunitaria.
Sin embargo, todo lo que entendemos como humor no es humor resiliente. El sarcasmo y la ironía dirigidas a alguien para ridiculizarlo o menospreciarlo no es humor, es agresividad disfrazada. En cambio, reírse de uno mismo o encontrar la gracia o el absurdo en situaciones cotidianas desfavorables sí ayuda a superar los problemas o, al menos, a quitarles el peso excesivo.
Pero lo que hemos de evitar es reírnos de los niños.
Si nos reímos de sus errores, podemos menoscabar su autoestima dado que se encuentran todavía en una etapa inmadura en la que necesitan afianzar la confianza en sí mismos. Frente a un error deberemos primero saber qué opina nuestro hijo de lo sucedido y después podremos ayudarle a ver el lado divertido del asunto puesto que ya conocemos sus sentimientos.
Es recomendable también comprobar el tipo de humor que ven nuestros hijos en los programas de televisión.
A menudo se utiliza un humor que daña a los demás para hacer reír. Es necesario que mostremos a nuestros hijos que, aunque pudiera parecer que es divertido, nunca podemos reírnos a costa del dolor producido a otros. Será necesario hacerles ver que a ellos tampoco les gusta ser blanco de risas y burlas por más divertido que pueda parecer. Este aprendizaje elemental les ayudará a aprender cómo ser divertidos y simpáticos sin perder la empatía (capacidad social básica que nos permite saber cómo se siente el otro y actuar en consecuencia).
Una de las estrategias del humor resiliente es la típica: “al mal tiempo, buena cara”. Es decir, no dejarnos influir por las condiciones externas que no podemos controlar, conservando la capacidad de encontrar el lado gracioso.
Por último, el humor es capaz de transformar la realidad a través del ingenio y de la creatividad, exagerando los elementos absurdos o incongruencias que pueden darse en el día a día. De esa manera es posible ver la realidad desde otra perspectiva y aminorar el peso de las condiciones adversas. En conclusión, el humor es una herramienta estupenda para levantar el ánimo y fomentar la resiliencia…. ¿o no?
El sentido del humor es necesario en la vida familiar tanto como la disciplina, la educación o los valores.
Cabe preguntarse entonces si, como padres, cuidamos que nuestros hijos cultiven ese maravilloso sentido que es el del humor. ¿Procuramos que aprendan a reírse sin dañar a otros? ¿Cuidamos de que puedan ver en sus errores y en los nuestros una oportunidad de mirar las cosas con perspectiva? ¿Pasamos tiempo con ellos divirtiéndonos?
El sentido del humor es necesario en la vida familiar tanto como la disciplina, la educación o los valores. Las relaciones entre padres e hijos que permiten y dedican tiempo a las diversiones, el buen humor y la risa son más sanas, menos tensas y más cordiales. Nos permite ver los problemas en su dimensión correcta, ni sobrestimados ni subestimados. Saber reírnos de nuestros errores y asperezas facilita reconducir situaciones que, de otro modo, aumentarían las tensiones y los conflictos.
Cuando hagas algo y te salga mal, no te enojes, ríete de ti mismo. Si te caíste, ríete nada más y tómatelo con calma, que tu niño o niña no vea una reacción de enojo por algo que sucedió que quizá a los adultos nos cause fastidio.
Trata siempre de hacer cosas sorprendentes e inesperadas pero que sean divertidas, como por ejemplo correr hacia ellos y tirarte suavemente sobre ellos haciéndoles unas ligeras cosquillas o simulando que eres un monstruo que te los comerás a besos. A mis hijos les encanta grabarme haciendo tonterías, les encanta pillarme, pero lo hacemos y nos reímos muchos los tres.
Si te falta alguna habilidad, es un momento para aprovecharla. Por ejemplo, a mi me gusta bailar pero no se hacerlo muy bien, y con mis hijos adolescentes escucho su música y bailo a mi manera. Así que nos morimos de la risa, y a la vez, aprendemos juntos que cada uno baila como puede y sabe, y desarrollamos una aceptación de nuestra forma de bailar tan peculiar de cada uno, quitándote importancia al ridículo y anulando la posible “diversión” que alguien podría encontrar si nos viera bailar mal. Una “diversión” que suele ser una constante a determinadas edades.
A los niños les encanta reír, les gustan las bromas, les expresiones de buen humor y la alegría
Nos ponemos perfeccionistas y, llevados por la tensión y el estrés, pasamos la mayor parte del tiempo corrigiendo de forma reactiva o haciendo énfasis en los errores, los conflictos y las dificultades que, por otro lado, son características de seres en continuo aprendizaje y crecimiento. Conviene recordar que los niños aprenden, sobre todo, por imitación, y cuanto más dignos de crédito son los modelos a imitar, mejor y más duradero será el aprendizaje.
Los padres podemos enseñarles a no sobredimensionar los problemas a través del buen humor y la alegría.
Seamos conscientes de que el sentido del humor nos permitirá ser una familia que acepta la vida tal y como es -aunque no se conforme con ella-, aportando soluciones creativas ante situaciones que de otro modo mermarían nuestras relaciones o nuestros estados de ánimo.
Atrevámonos a ser divertidos, seamos capaces de reírnos de nuestros propios errores y de nuestras propias incapacidades mostrando a nuestros hijos cómo crecer y mejorar como personas sin perder el sentido del humor.
“La especie humana tiene sólo un arma realmente efectiva: la risa. En el momento en que surge la risa, toda nuestra dureza se desploma, toda nuestra irritabilidad y nuestros resentimientos se desvanecen y un espíritu ‘soleado’ ocupa su lugar”. Mark Twain
Ana Chico Lozano es Terapeuta Psicoproyectiva, especializada en desarrollar la adecuada utilización de los tres tipos de pensamientos humanos, la inteligencia racional, la emocional y la exploratoria. Forma parte del equipo profesional de Cuidado Emocional.