El juego en los niños de 4 y 5 años es toda su vida. A esta edad, la especie humana se encuentra realmente en la etapa de Homo Ludens (hombre que juega) ya que jugar para ellos es una manera de vivir.
En sus juegos, los niños de 4 y 5 años abordan ideas que son importantes en su vida; juegan a explorar su mundo interior tanto como el mundo de afuera, a controlar sus emociones. Jugando aprenden a llevarse bien con otros, descubren lo que se sentiría siendo otra persona, se inician en aprender a apreciar lo positivo del dar y del tomar. Los juegos de los niños de estas edades nos dicen mucho de sus intereses, de sus ideas y de su estado de desarrollo.
Es curioso observar que incluso en las peores condiciones, como pueden ser los barrios marginales, campos de refugiados o pueblos en guerra, se ve a los niños jugar; pareciera una cuestión de necesidad, casi de vida o muerte.
Y es que, como decíamos antes, los niños llevan a sus juegos los acontecimientos de la vida diaria junto con las historias y los cuentos que han oído. No será difícil observar por ejemplo, si han estado enfermos, que se transforman de pronto en médicos y les dan un jarabe o pastillas a sus muñecos o que llegan de la consulta del dentista abriendo la boca a la mascota de la casa; también imitan a sus padres y hacen como si ellos mismos fueran madres, padres y bebés; o representan a sus maestros que riñen o premian a los alumnos en los que habrán transformado a sus propios juguetes; también podrán convertir su lugar de juego en mercados y tiendas y ellos mismos serán los dependientes que venden comidas o regalos; en otros momentos prepararán alimentos sabrosos o poco apetitosos que les darán de comer a sus muñecos o peluches.
Además de estas imitaciones, propias de su mundo cotidiano, la predilección por representar papeles está también muchas veces inspirada en los programas de televisión preferidos y en los personajes a los que les gustaría parecerse. Es entonces cuando pueden llegar a transformarse en superhéroes, princesas, reyes, hadas o magos; personajes con poderes mágicos que puedan proporcionarles la experiencia de éxitos importantes, de logros casi omnipotentes a través de los que puedan ir encajando ciertas dosis de fracasos y de límites cotidianos.
Vemos, por tanto, que los niños de 4 y 5 años juegan porque les divierte, desde luego, pero que la importancia del juego para estas edades va mucho más allá: jugar incluye pensar acerca de dos realidades básicas, la realidad del mundo exterior, de los sitios, las cosas y la gente; y la realidad del mundo interior, el mundo de la imaginación, la memoria, las ideas, los sentimientos, un mundo que está tan lleno de personajes imaginarios como el mundo exterior está llenos de personajes de verdad.
Además de este tipo de juegos, de índole más simbólica y de representación, a los niños de esta edad le apasionan todos los juegos relacionados con la actividad física; les gusta trepar, correr, bailar, brincar e ir a la pata coja, columpiarse. La mayoría ha adquirido ya un buen control de su cuerpo y gozan ejercitando sus habilidades. Les gusta ir haciendo cosas cada vez más difíciles para mostrar que se van haciendo mayores. El recorrido que deben hacer para adquirir nuevas habilidades físicas es paralelo a la consecución del equilibrio emocional.
Los adultos que rodeamos a niños de estas edades, padres, profesores y otros profesionales, debemos ser conscientes de la vital importancia del juego en esta etapa evolutiva y potenciar espacios y tiempos para que puedan desarrollar sus juegos simbólicos y también físicos. Con ello, estaremos favoreciendo un proceso evolutivo saludable.
Pury Estalayo
asesora educativa de Jelly Jamm