No quiero compartir.
Tomás tiene genio, tiene carácter vamos, además no cede, se mantiene firme en su postura. Esto nos ha traído más de un quebradero de cabeza, situaciones complicadas en las que nos hemos tenido que desenvolver como hemos podido.
La última ha sido a causa de Sam, su muñeco preferido. Sam es un muñeco de peluche vestido de astronauta. Le encanta jugar con él, le encanta dormir con él, todo lo hace con él.
Hace unos días en casa de unos amigos, estaban los niños jugando y uno de ellos, un poco más pequeño, se lo pidió, Tomás lo ignoró, no pensaba compartirlo. Volvió a insistir con más fuerza y Tomás le dijo que no se lo daba que era suyo. La mamá del otro niño le dijo:
– No te preocupes, el juguete es de Tomás y si no lo quiere compartir no pasa nada.
Al oír eso enfurecí, por un lado quería que Tomás compartiera al pequeño Sam, por otro entendía que no quisiera dejarlo, para él era muy valioso. Pero lo que no estaba dispuesto a permitir es que nadie juzgase a mi hijo.
Cogí a Tomás aparte y hablé con él, le dije que el amiguito era más pequeño y que solo quería ver lo divertido y simpático que era Sam, le pregunté si le gustaría que Sam tuviera más amigos. Tomás contestó a todo de manera afirmativa, pero si para que eso pasase tenía que dejarlo… ¡No!
Entonces comprendí que era el momento de hacerle ver que debía obedecer y dejarlo porque se lo pedía Papá. La cara de Tomás cambió, y me preguntó:
– ¿A papá le gusta prestar sus cosas?
– Claro Tomás- le respondí con cariño.
Tomás se levantó, se acercó al niño y le ofreció al pequeño Sam, el niño lo miró y sonrió a Tomás y juntos se fueron a jugar.
A los niños no les brota de manera natural el prestar sus cosas, es algo que deben aprender poco a poco. Son egoístas y caprichosos, somos nosotros lo que debemos trabajar con ellos en este sentido.
“Para vivir una vida desprendida, no debemos considerar nada como de nuestra propiedad”
Corriendo el riesgo de sonar a pesado nuestro ejemplo es vital, que nos vean compartir, que nos vean dejar nuestras cosas, incluso las más valiosas, será para ellos una motivación extra.
Por otro lado está la obediencia, deben aprender a obedecer a sus padres. Hay momentos en los que deben obedecer si importar si lo entienden o no, hay muchas cosas que con el tiempo entenderán, otras cuando sean padres y madres ¿No os ha pasado?
Puede que estemos equivocados, el tiempo lo dirá, pero pensamos en lo mejor para Tomás, incluso aunque él no lo entienda.
Os animamos a compartir con nosotros vuestras experiencias a este respecto, nos gustaría saber cómo actuáis con vuestros hijos e hijas.
Un abrazo y hasta pronto.
Editorial Babyradio.
