Creemos que es fácil practicar el deporte que de verdad les gusta a nuestros hijos: Fútbol, baloncesto, tenis, balonmano, natación,… Hay muchos deportes que nuestros hijos pueden hacer, pero ¿realmente es el que de verdad les gusta?
Muchos entrenadores se encuentran que en las actividades de las que se encargan se encuentran a jugadores que están allí porque su elección se ha basado en:
- Es la que practican muchos de sus amigos,
- Es la que mejor le viene a los padres por horarios
- O porque su hermano, padre o madre la practican o practicaban en su día.
Obligar a un niño a competir o realizar deportes que no le gustan o basándose en este tipo de factores puede ser perjudicial. Lo mejor sería no presionarle y elegir en base a su personalidad ya que la obligación puede suponer el rechazo de ese deporte y a no disfrutar de la actividad.
No es recomendable obligarle tampoco si la actividad deportiva que realiza no se le da bien. Esta situación puede provocar que el niño anticipe mucha ansiedad e inseguridad antes de realizar esa actividad, por lo que la realización de ese deporte lejos de aportarle beneficios puede provocarle malestar. Del mismo modo, su autoestima disminuirá, y la capacidad de disfrutar de la actividad será nula.
Y, además, queremos que compitan
Si además, de obligarles a practicar el deporte que no quieren se les obliga a competir puede ser el doble de contraproducente.
El proceso por el que un niño se inicia en la competición puede ser en muchas ocasiones frustrante. Y los padres y entrenadores deben saber manejar esta situación.
Y de ellos depende que el valor de la competición vaya más allá de que el objetivo sea ganar y se centre en otro tipo de estímulos de motivación como puede ser:
- Practicar las habilidades adquiridas durante el entrenamiento
- Controlar los nervios y la tensión en la situación de competición
- Fomentar la capacidad de superación y la tolerancia a la frustración
- Sobreponerse a situaciones adversas que se van dando.
Si nos centramos en estos valores de la competición es cuando se adquieren los hábitos de vida saludables que se buscan con el deporte.
La elección es positiva
El hecho de que los niños puedan elegir la actividad deportiva que quieran hace que sean más propensos a hacer deporte y a disfrutar de esta práctica.
Y, es que hacer las cosas por placer o diversión, más que por obligación, es a la larga mucho más eficaz.
Hay estudios que demuestran que “lo divertido es mejor”. Para sostener esta afirmación, los científicos se basan en que el aprendizaje se sustenta en la alegría.
Por tanto, obligándoles a practicar el deporte que no quieren conseguimos que lo realicen por compromiso y si no lo hacen se sienten culpables. Esto es contraproducente porque la decisión de hacerlo viene de fuera, promovida por una “entidad” superior que nos obliga o nos intimida.
Si quieres que tus hijos practiquen algún deporte, evita que se sientan culpables por no hacerlo.
Autor: Borja Quicios
Licenciado en Psicología con especialidad en Educación por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en Psicomotricidad Vivenciada y Coach educativo. Autor y fundador del blog Padreehijos.
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