El gran privilegio de ser padre.
Hoy es uno de esos días en los que sin saber cómo ni porqué la tristeza se ha apoderado de mí, es uno de esos días en los que no tengo ganas de nada y me debato entre quedarme en casa o afrontar mi vida.
En medio de esta lucha interior, llega él, un pequeño terremoto llamado Marcos que no entiende de días tristes, de festivos, de horarios. Para él lo importante es el ahora y sobre todo el qué vamos a hacer.
Salta, corre, canta y baila a mí alrededor usando todo lo que encuentra, la almohada, la sábana, mis zapatillas. Es un huracán de energía que me arrastra con él. A los pocos minutos ya no recuerdo lo que me pasaba, la tristeza se ha ido y solo queda Marcos y su sonrisa.
Mi mujer dice que no hay mejor manera de animarse que dejarse llevar por Marcos y tiene toda la razón. En ocasiones cuando lo veo buscarme de esa manera pienso que llegará el día en el que no me necesite como ahora, que no vendrá a buscarme a la cama, ni me saltará encima, que no me bailará igual. Vendrán otras cosas, ni mejores ni peores, diferentes. Pero a mí me gusta esto, es más me encanta y sé que peco de egoísta al pensar que ojalá todo se quedara así ¿os ha pasado alguna vez?
En definitiva que Marcos es la energía que mueve este cuerpo de cuarenta años, una energía que es capaz de hacerme alcanzar las cotas más altas, que saca lo mejor de mí y sobre todo que me ha llevado a entender que él está antes que yo.
Es tal su campo de influencia, que casi no recuerdo como era antes de su llegada, me siento completo en muchos aspectos de mi vida, doy las gracias a Dios por haberme concedido el privilegio de ser padre.
Nos encantaría poder escuchar como os animan vuestros pequeños y qué sentís al mirarlos.
Me he dado cuenta que escribiendo este artículo he aprendido mucho de lo que siento y cómo lo siento. Te animo a que lo hagas y nos cuentes.
Padres Novatos.