¿Cómo evito los celos entre mis hijos?
A pesar de que un niño escuche que con la llegada del nuevo hermano a la familia sus padres continuarán siendo los mismos y sintiendo el mismo amor por él o incluso mal, resulta muy común y totalmente normal que se despierten celos.
Quizá por ese miedo a una nueva estructura familiar y la llegada de una nueva situación desconocida, nuestro pequeño sienta mayor inestabilidad emocional y pase por un proceso de adaptación más o menos problemático. La llegada del nuevo integrante le provocará inseguridad porque para él significa una pérdida de poder y de atención.
Aunque tratemos de hacerle comprender que esto no se corresponde con la realidad, puede suponer todo un reto restablecer la estabilidad en el hogar.
Debemos conservar la calma, ya que en la mayoría de los casos, estos celos no suelen perdurar en el tiempo.
Cuando se producen estos episodios de celos, estamos ante una expresión de miedo a los cambios. Generalmente tenderán a desaparecer a medida que se produzca una adaptación a la nueva situación.
La primera impresión que nuestro hijo va a tener es la llegada de un intruso al hogar que va a ocupar su lugar y se trata de una reacción natural. Resulta más preocupante cuando nuestro hijo no presenta ningún tipo de celo porque puede ser un indicio de otros problemas.
Este proceso de adaptación, que como decimos es totalmente natural, suele componerse de tres fases bien diferenciadas.
- Rechazo: La protesta se utilizará como herramienta principal para reclamar la atención y el protagonismo ante sus padres. Suele manifestarse con algo de frustración ya que descubrirá que la atención que antes recibía sin ningún esfuerzo, ahora tendrá que buscarla.
- Ansiedad: Se caracteriza por el incremento de la frustración y la incredulidad al descubrir que sus padres ya no podrán prestarle la misma atención que antes. Aunque siga recibiendo cuidados y protección, no será de forma exclusiva lo cual puede degenerar en ansiedad y desesperación.
- Adaptación: Las sensaciones anteriores irán acompañadas del amor y el cariño por su hermano, que con el paso del tiempo se incrementará. El resultado será la aceptación de su nuevo papel y el desarrollo de la protección y empatía por el recién nacido.
Los cambios en el núcleo familiar pueden manifestarse a muchos niveles en la vida de nuestro hijo. A nivel de comportamiento, es muy habitual que aumente la desobediencia, el llanto injustificado o la búsqueda de conflicto. Los recursos para reclamar la atención pueden ser muy variados, incluso con violencia verbal o actitudes conflictivas.
Sin embargo, no todos los niños son iguales y también hay casos en los que la timidez se manifiesta en su círculo social (familiares, amigos, compañeros de colegio) como un reflejo de su inseguridad ante la inestabilidad que provocan los cambios.
Otra estrategia que suele ser muy común es la de la regresión. Como una maniobra para acaparar la atención perdida, nuestro hijo trate de volver a ser un recién nacido. Es probable que utilice el chupete, hable mal o se haga pis en la cama.
Estos cambios provocarán consecuencias a nivel psicológico en nuestro hijo y podrán manifestarse a través de la alimentación. El estrés podrá hacer que o bien nuestro hijo pierda el apetito o bien coma con ansia. Esto se volverá a equilibrar con el paso del tiempo a medida que evolucione el proceso de adaptación. El estrés afecta al sistema nervioso, por lo que también experimentará problemas de sueño. Con el tiempo descenderán hasta desaparecer.
¿Cómo podemos garantizar su bienestar y acelerar ese proceso de adaptación?
- Respeto y comprensión: Ante todo, debemos ser capaces de empatizar con nuestro hijo y respetar el proceso que está afrontando. Momentáneamente puede resultarle difícil, pero asimilará la nueva situación a medida que vaya evolucionando el tiempo.
- Mantén sus hábitos: Las rutinas que nuestro hijo tenía antes de la llegada de su hermano deberán mantenerse. Si por ejemplo salíamos con el al parque los domingos por la tarde, deberemos continuar haciéndolo. Esto le ayudará a recuperar su estabilidad.
- Favorece la cooperación: Es muy probable que busque el conflicto en más de una ocasión tratando de encontrar atención. Deberemos ignorar estas actitudes y premiar aquellas que buscamos, como la cooperación como hermano mayor.
- Dedícale tiempo: Aunque nos resulte imposible dedicarle todo nuestro tiempo en exclusiva, sí que será necesario encontrar una franja de tiempo en la que él reciba nuestros cuidados, nuestra atención y empatía.
- Generar un ambiente cooperativo: La colaboración será nuestro objetivo principal. Deberemos evitar que se produzca una situación de confrontamiento o competencia entre los hermanos, por eso, desde la infancia y desde el primer momento en que el recién nacido se instale en el hogar, será recomendable que eduquemos a nuestro hijo dentro de un entorno de cooperación y amor.
En el día a día podemos ofrecer un espacio de colaboración en aquellas tareas relacionadas con el cuidado del bebé. Pedirle que traiga su chupete, que sujete el gel durante los baños o ayude a llevar la bañera del bebé. Una vez que nos preste ayuda subrayar lo bien que lo hace y darle las gracias. De este modo, se sentirá valorado y se encontrará cómodo como hermano mayor.
Por otra parte, debemos tratar de respetar el espacio de nuestro hijo y todo lo que esto implica. Deberemos evitar coger sus cosas sin permiso para dejárselas a su hermano (peluches, muñecos, mantas…). Puede sentirse amenazado y generar un ambiente de tensión.