“Mamá, me gustan las mascotas exóticas”. Los beneficios que conlleva que un niño conviva y cuide a una mascota son numerosos, en este mismo blog ya pudimos leer un artículo que explicaba en detalle la relación del niño con su mascota durante sus primeros años de vida. Pero, ¿qué ocurre si lo que nos pide es una mascota exótica?
Además de todo lo comentado en dicho artículo, cuidar una mascota resulta un buen instrumento de educación basada en valores ambientales. El objetivo de la educación ambiental no está sólo en fomentar en nuestros hijos el respeto y amor por el entorno, sino también en dotarles de las herramientas necesarias para que aprendan a gestionarlo, a relacionarse con su medio. Y, en el caso de las mascotas, debemos enseñarles a saber disfrutar de ellos sin crear un impacto negativo en el animal.
Se ha puesto muy de moda tener una mascota exótica y se está volviendo tan común que muchas personas desconocen que el animal que tienen en casa es procedente de otro ecosistema, y por tanto no entienden los peligros que ello entraña. Un animal exótico es aquel que es originario de otro país y hábitat distinto al nuestro. Los más comunes son tortugas acuáticas, hurones, iguanas, monos pequeños o conejos enanos, entre otros.
La mayoría de estos animales requieren cuidados especiales y esto provoca que muchas personas, ante la imposibilidad de atenderlos adecuadamente, terminen liberándolos en el parque o bosque más cercano. Al no ser el hábitat natural del animal le puede provocar la muerte. Otros en cambio, como en el caso de las Tortugas de Florida, se adaptan muy bien a nuestro entorno pero son muy agresivas con nuestras especies autóctonas, llegando a convertirse en una plaga con graves consecuencias ecológicas.
Es por ello que antes de adquirir una mascota, ya sea exótica o no, deben informarse bien acerca de la misma: su alimentación, los cuidados que necesita, el tamaño que alcanza, los gastos de manutención, etc. Y si finalmente ha decidido que no puede seguir cuidando a su mascota exótica, puede contactar con un Centro de Recuperación de Animales Exóticos y ellos se hacen cargo, pero nunca la liberes en cualquier sitio.
Me gustaría terminar con una reflexión personal: estoy convencida de que la mejor manera de respetar y amar a un animal es no alterando su hábitat. Por muy buena voluntad y cariño con el que cuidemos a una mascota exótica ésta nunca se convertirá en doméstica, no será feliz en una jaula. Cuando nuestro hijo nos pida una mascota exótica, lo mejor que podemos hacer por ellos y por el Medio Ambiente es decirles la verdad: al igual que cada niño, cada animal tiene una casa. La casa de este animal está muy lejos y debemos dejar que vuelva a ella para que sea feliz.
Miriám Navarro Díaz. Educadora Ambiental.