En esta ocasión hablamos sobre las rutinas para dormir y sobre qué hacer cuando acostamos a nuestro hijo y a los pocos segundos después del beso de buenas noches y apagar la luz empieza con la retahíla de excusas que ya nos sabemos de memoria.
Excusas como por ejemplo “Mami, no tengo sueño”, “Mami, tengo sed”, “Tengo pipi”, “Quiero esperar a papá” o “Quiero dormir contigo”, son ya frases son conocidas nuestras, Y probablemente también habremos oído mil y una vez que a dormir también se aprende, y la verdad es que es cierto.
Pero este es un aprendizaje que no resulta fácil porqué en el acto de acostarse y cerrar la luz de la habitación para dormir se mezclan algunos factores que generan mucha ansiedad en nuestros hijos, como por ejemplo el miedo a la oscuridad, miedo al quedarse solos sin papá y mamá, miedo a los monstruos, miedo a los ruidos que hacen los vecinos, ….Y por estos motivos nuestros niños buscan cualquier excusa para que volvamos a su lado y no permanecer solos en una habitación oscura.
Y así es que, cuando empezamos a dejar a nuestros pequeños en su habitación para que duerman solos es tan habitual oirles llamarnos a los pocos segundos de apagar la luz. Es frecuente que papás y mamás nos desesperemos porqué cada noche es lo mismo y muchos de nosostros es probable que acabemos cediendo a sus peticiones. En este artículo hablo de algunas pautas que podemos seguir para que nuestros hijos aprendan a dormir tranquilos en sus habitaciones, sin que resulte traumático, sin llantosy sobretodo sin gritos.
¿Qué hacer …
Cuando nos llama una y otra vez.
Siempre que nos llame debemos ir a su habitación para tranquilizarle. Es importante que nuestro hijo sepa que no está solo, que no lo abandonamos y que no es nada malo permanecer en su cama, porqué nada malo le puede pasar. Para ello es fundamental nuetra actitud. Debemos acudir de forma serena, sin perder los nervios y mucho menos gritar.
Gritarle a un niño para que duerma no hará más que producir el efecto contrario: lo pondremos más nervioso y la probabilidad de que esa noche sufra pesadillas aumenta considerablemente.
Podemos permanecer un rato en la habitación, dándole de nuevo un beso de buenas noches, contarle un cuento o cantarle una nana. Se trata de facilitar la relajación de nuestro hijo para que concilie el sueño de forma tranquila.
Ante “no tengo sueño, mami”…
Esta es una de las frases más comunes. Nuestros hijos se resisten todo lo que pueden e intentan alargar el momento de acostarse para no quedarse solos y así estar más tiempo con nosotros. Pero la verdad es que estan cansados y deben dormir.
Ante este tipo de frase podemos contestarles que a todos nos ocurre, que al principio cuesta un poco quedarse dormido pero que el sueño vendrá si cerramos los ojos y pensamos en las cosas bonitas que hemos hecho a lo largo del día.
Le podemos ayudar recordándole lo bien que se lo ha pasado haciendo algo y le pediremos que siga pensando él en voz baja.
Ante un “tengo sed” o “tengo pipi” …
Para evitar estas típicas frases, que se producen exactamente por el mismo motivo que he comentado en el punto anterior, debemos asegurarnos que el nuetro hijo ha ingerido suficientes líquidos antes de acostarse y ha ido al baño.
Cuando nos llame por estos motivos debemos acudir como siempre, tranquilos, con una actitud serena y explicarle que es mejor que no beba agua ahora para poder dormir mejor.
Ante un “quiero dormir contigo, mami” …
Ante esta frase es muy probable que hayamos acabado cediendo en más de una ocasión, y bajo mi punto de vista no hay nada malo. No pretendo abrir ahora el debate sobre el colecho, tema muy polémico y con dos grandes corrientes contrapuestas. Pero si hemos decidido que ya es el momento de que nuestro hijo duerma solo en su cama es preferible no ceder y explicarle que debe dormir él solo en su camita, porqué así podrá dormir mejor.
Ante un “tengo miedo, mamá”
No tomemos esta frase a la ligera, los niños pequeños tienen miedo cuando se quedan solos en una habitación a oscuras. Su imaginación es muy poderosa y cualquier ruido les asusta. Recordar que sobre los 2-3 años aparece el miedo a la oscuridad, a quedarse solos, a los ruidos, a los animales feroces, … y una habitación oscura es el lugar perfecto para desencadenarlos. Asi que ante todo, comprensión.
Decirle al niño que sus miedos son tonterías no le ayudará, hemos de intentar comprenderle. Escuchémosle, dejemos que nos explique a qué tienen miedo y … intentemos darle una explicación que pueda entender.
Hábitos y rutinas para dormir mejor.
Llevar una rutina para la hora de acostarse es el mejor aliado para que nuestros hijos duerman tranquilos y felices durante toda la noche.
Evidentemente, no podremos evitar todas las pesadillas, pero si podremos minimizar las veces que nos llaman para que acudamos en su ayuda.
Así, es importante acostar siempre a la misma hora a los niños tras haber bebido lo suficiente, haber acudido al baño y cepillado los dientes. Tras el ritual básico de higiene personal, un beso y un abrazo de buenas noches un cuento o una tranquilizadora nana. Y a dormir tranquilos.
Sara Tarrés. Máster en Dificultades del Aprendizaje (ISEP). Postgrado en Psicopatología Infantil (ISEP)
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