No siempre los niños son receptivos a comer las verduras y aprobar los nuevos sabores y texturas. Dicen que nos les gusta o que les da asco. Así que nos encontramos ante el reto de cómo conseguir que las coman sin rechazarlas y sin que la comida se convierta en una lucha de poder.
Comenzar cuanto antes
Desde que son pequeños es necesario poner en la mesa y ofrecer a los niños diferentes tipos de frutas y verduras y mostrarles cómo sus padres también las comen y disfrutan con ellas.
Aunque cuando son pequeños comen de todo en papilla, en cuanto empiezan a comer sólidos empiezan los problemas de los sabores. Es cuando los padres se convierten en la referencia en la mesa y si en la mesa no se sirven frutas y verduras suficientes, el niño no querrá probarlas o las rechazará.
Debemos perseverar
Según varios estudios realizados, las preferencias alimenticias de los niños están fuertemente influenciadas por las veces que los padres sacan la comida a la mesa y por su perseverancia en volver a enseñar la comida que los niños rechazan.
Si los niños ven de nuevo la comida y los nuevos platos llegará un momento en que terminarán probándolo. Por tanto, si queremos que el niño coma judías verdes, es posible que tengamos que ponérselas de 10 a 15 veces antes de que se acostumbre a comerlas o, si el niño es rebelde, que llegue incluso a probarlas.
¿Es demasiado tarde para intentarlo?
Según los especialistas en nutrición infantil, la aceptación de los nuevos alimentos es más fácil en los niños cuando tienen entre 2 y 4 años. En la franja de edad de 4 a 8 años el número de comidas que a los niños les gusta no cambia demasiado.
Esto no quiere decir que si el niño tiene 6 años y no has conseguido que le guste un alimento no lo conseguirás en los años siguientes, sólo que será necesario algo más de esfuerzo y constancia por tu parte.
Realmente comer diferentes frutas no es tan problemático como comer verduras y es ahí dónde reside el reto para los padres.
¿Por qué no les gustan las verduras?
La primera hipótesis defiende la idea de que los niños instintivamente comen para calmar su hambre. Los cereales, los azúcares o las féculas, sacian mucho más que las verduras o la fruta. De ahí su inclinación a elegir los primeros.
Las verduras tienen un sabor fuerte y en ocasiones amargo. Algunos estudios afirman que el gusto dulce es innato, por esta razón los bebés lo aceptan sin problemas; en cambio los gustos ácido, salado y amargo se aprenden y, en el momento de conocerlos serán mejor o peor aceptados por el niño.
Otra realidad es que cuanto menos acostumbrados a tomarlas estén menos les gustarán. Si se pierde el hábito de incluirlas en el menú, el niño acabará por olvidarlas.
Las verduras, indispensables
Un niño entre 1 y 3 años debería comer, cada día, alrededor de 200 g de verduras y al menos una pieza de fruta.
Las verduras contienen una gran cantidad de elementos nutritivos, son ricas en vitamina A y C, esta última posee propiedades antibacterianas, muy necesario para los niños.
Son importante fuente de minerales, como el magnesio, el potasio, el calcio o el hierro. Asimismo contienen fibra, esencial para el correcto tránsito intestinal. Además su contenido en agua es sumamente importante (alrededor de un 90% de su peso es agua), ya que contribuye a la hidratación del organismo.
En conclusión, las verduras juegan un papel muy importante en la correcta alimentación, ayudando al equilibrio alimentario.
Consejos para conseguir que los niños coman frutas y verduras
• Intentarlo varias veces
Existen multitud de sabores en las frutas y verduras que los niños aprenden a descubrir cada vez que prueban algo nuevo. No siempre les gustará lo que comen a la primera, así que habrá muchas ocasiones en las que necesitarán intentarlo varias veces hasta que se acostumbren al sabor.
Si no le gusta, no le fuerces demasiado. De esa manera evitas que haga una mala asociación del sabor y la comida. Pero hazle comprender que al menos tiene que intentarlo con un bocado. Finalmente aunque rechace la comida varias veces, si se le va cambiando la verdura, terminará probándola y acostumbrándose.
• Ser su modelo comiendo verduras
Los niños se fijan en los mayores más de lo que nos pensamos y ante cualquier detalle con la comida que pueda ser insignificante para nosotros, ellos lo adoptarán inmediatamente.
Un truco para motivarles es cuando haya verdura en la mesa que te sirvas y al probarla digas: ¡Un, qué rico está!, o ¡estaba deseando comer espinacas! Los niños también te querrán imitar y seguro que te sorprenden algún día diciendo lo mismo que tú.
• Fomentar la elección
Para cenar puedes preguntarle qué dos opciones prefiere de verduras que tengas preparadas. Con ello consigues que el niño sienta que su opinión cuenta. También resulta ser una pista para los padres a la hora de saber qué es lo que más le gusta y aprovechar la ocasión para introducir nuevas recetas. Puede que no acepte un tipo de verdura pero hay infinidad de variedades. Debes probar hasta descubrir las que le gusten.
• Poner la imaginación a trabajar
Si presentas el plato de una forma divertida puedes animarle a comer ese bosque que has podido hacer con brócoli, o una cara utilizando varias verduras. Incluso puedes pedirle que te ayude a colocar las verduras en el plato haciendo alguna forma geométrica. El microondas te puede ayudar a calentar el plato si tardáis mucho rato.
• Añadir frutas y verduras a comidas que al niño le gusten
Puedes añadir fruta al yogur o combinar fruta en los cereales. Si por ejemplo cocinas espagueti puedes aprovechar para echarle verduras partidas finas y mezclarlo todo.
No resulta fácil hacer que los niños coman de todo. Pensemos en nosotros mismos, no comemos de todas las verduras y hay muchas que todavía no nos gustan. Pero otras que de pequeños no comíamos, de adultos hemos conseguido educar el paladar. ¡Cuánto tenemos que agradecer a nuestras madres que consiguieron hacernos comer casi de todo! Y ahí encontramos la respuesta, en intentarlo muchas veces. La constancia y una buena educación en alimentación es importante para llevar una dieta equilibrada y desempeñar un papel importante en cualquier etapa de la vida.
Vía: Todo papás